jueves, 14 de julio de 2016
mi brújula
Llevaba una brújula conmigo a todas partes y no sabía usarla, era un regalo de mi abuelo, cuando me fui de casa quería asegurarse de supiera el camino de regreso.
Caminando fui creciendo, y a lo largo de los años me di cuenta que no hay garantías verdaderas, que los finales siempre llegan, y los comienzos un poco más raros, se hacen esperar. Conocí gente, mucha gente de distintas edades y muchos ojos, algunos atesoraban miradas hermosas, lo juro, otros eran muy lindos pero estaban vacíos. También supe que, aunque no sabía manejar mi brújula, ella me controlaba a mí de alguna manera.
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